domingo, 26 de octubre de 2014

El Madrid muerde al Barça

El Madrid se vuelve a meter en la lucha por la Liga después de rehacerse del tempranero gol de Neymar en el Clásico. Cristiano Ronaldo, de penalti, Pepe, de cabeza, y Benzema, de disparo cruzado, sellaron la remontada blanca (3-1).

Aunque el partido empezó recitando versos similares a los de otros clásicos recientes, gol tempranero en contra y a remar contracorriente; la cosa no olía igual. Intangibles, que les llaman. El Madrid pedía gobernar el encuentro y el Barça no lo monopolizaba como solía. Y eso que se le pusieron las cosas de cara porque el Madrid se presentó al choque como a esta Liga, con un retraso de cinco minutos.
La caraja inicial se tradujo pronto en el 0-1, después de que una entrada infructuosa de Marcelo a Messi en medio campo dejara descompensada la línea de cuatro, con Ramos de extraño ocupante de la banda izquierda, Pepe solo en el centro y Carvajal achicando agua por la derecha. El Barça se apresuró a cambiar de banda el balón que, tras hacer parada en Luis Suárez, acabó en las botas de Neymar. El brasileño se zafó sin problemas de Carvajal por primera y única vez en el partido y no tuvo ni que entrar dentro de la zona de influencia de Pepe para colocar un disparo raso ajustado al palo izquierdo de Casillas.
Trataban los blancos de encontrar la corneta como fuera mientras el Barça rebuscaba la dormidina entre los bolsillos antes de que el partido se le fuese de madre. Prueba de que los azulgrana no acababan de encontrarse es que su frente de ataque se cargó de amarillas sin llegar al descanso, y ninguna de las amonestaciones pecó de excesiva. Antes de que el somnífero blaugrana hiciera efecto, todavía tuvo el Madrid dos ocasiones claras para lograr la igualada. Primero Marcelo anticipó las coordenadas del futuro gol del empate yéndose de su defensor e internándose en el área. La sangre no llegó al río porque Benzema apareció en la escena del crimen equivocada de pura prisa por llegar a la línea de gol. En la siguiente acción estuvo a punto de enmendarla el francés, con un dificilísimo remate de cabeza a la remanguillé que se estrelló en el larguero. El rechazo cayó de nuevo en sus botas y el galo lo volvió a mandar a la madera, en clara prueba de que, para que los astros se alinearan, había que invitarles primero, por lo menos, a una copa.
Tanto fue el cántaro a la fuente merengue que a punto estuvo de estallársele en su área minutos después. Recién rebasados los veinte minutos, Messi dispuso de un balón franco a escasos centímetros del área pequeña. El argentino remató a placer contra la rodilla de Casillas, equivocando sin duda en qué situaciones del juego era frágil el mostoleño por aquellos lares. El capitán se reivindicó con un paradón de categoría que rescató a su equipo del abismo cuando éste era todavía evitable.
Remontada a balón parado
Y como sucedió en el anterior cambio de tercio, el perdón azulgrana vino seguido de un nuevo arreón del rival, que en esta ocasión, ya sí no perdonó. James prolongó con exquisitez a la enésima internada de Marcelo por su banda, el brasileño insistió con el pase atrás y esta vez sacó premio en forma de segada alocada de Piqué, que arrastró con la mano el balón; y bien podría haberlo hecho con cualquier cosa que le hubieran centrado, porque se estiró a gusto como uno solo lo hace las mañanas de los domingos. Tan claro fue el penalti que el catalán lo protestó mucho menos que la multa de tráfico a su hermano, y mira que aquella fue clara. Cristiano engañó a Bravo, aunque de no haberlo hecho difícilmente habría tenido el chileno opciones de llegar. Ya se sabe, el portugués falla un penalti de cada diez, y del último no hacía tanto, así que hoy no tocaba.
Pudo el Madrid desequilibrar incluso la balanza antes de irse a los vestuarios de haber empalmado James con la cabeza, y no con el hombro, un perfecto centro medido desde la izquierda de, cómo no, Marcelo. Tampoco hubo, no obstante, que esperar mucho para ver por delante a los blancos. Fue a la salida de un córner, esta vez botado por Kroos, que Pepe, desafortunadísimo en defensa durante los primeros 45 minutos, enganchó notablemente aprovechando una pantalla de Benzema que le dejó el remate franco, aunque lejano, de ahí el mérito.
Con el cambio a los mandos del partido, el Madrid se vio de pronto en la hamaca y rodeado de palmeras; lo que, en términos futbolísticos y para este equipo, viene a ser tener la posibilidad de salir, correr, y golpear. El Barça se vio por primera vez con un resultado que no permitía interpretación positiva posible, y el Madrid disfrutó de espacios y rock and roll.
Isco recupera y Benzema sentencia
Tanto fue así que el tercero llegó de un córner del Barcelona, cuyo rechazo no atinaron a despejar en el medio campo entre Iniesta y Mascherano, que se coordinaron con tal torpeza que entraron ganas de ponerles banda sonora de Benny Hill. Isco, al que se coreó con justicia después, se aprovechó del sainete; aunque no acertó a prolongar como debía. El balón llegó a Ronaldo, que tampoco se giró como quería pero logró, pese a todo, prolongar a James. El colombiano sí filtró con tino hacia la internada de Benzemá, que puso el toque más certero de toda la jugada, cruzado y a la cara interior del palo para poner tierra de por medio. Entre medias había vuelto a lucirse Casillas, con una estirada notable para negarle el empate a Mathieu, certificando el que probablemente ha sido su mejor partido en mucho tiempo. El portero apareció poco, pero en momentos clave.
La sangría no llegó a más, pero pudo; porque el Barça se movió más por inercia histórica que por físico y dejó unos huecos terribles a la espalda de su defensa. El Madrid no goleó, entre otras cosas, porque alguien decidió que este partido se jugara en sábado; pero, aún con un día menos de descanso, el físico le dio para bastante más que para el Barcelona, lo cual es suficientemente revelador y explica por qué el Madrid está metido de nuevo en la disputa por una Liga en la que llegó a estar a siete puntos.

REAL MADRID 3-1 BARCELONA
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Kroos, Modric (Arbeloa, 89'), Isco (Illarramendi, 84'), James; Cristiano, Benzema (Khedira, 87').
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu; Busquets, Xavi (Rakitic, 60'), Iniesta (Sergi Roberto, 72'); Messi, Neymar y Luis Suárez (Pedro, 69').
Goles: 0-1, Neymar, 4'; 1-1, Cristiano, 35'; 2-1, Pepe, 50'; 3-1, Benzema, 61'.
Árbitro: Jesús Gil Manzano. Amonestó a Messi (9'), Neymar (14'), Piqué (34'), Iniesta (38'), Carvajal (74') y Cristiano (93').
Incidencias: Partido correspondiente a la novena jornada de la Liga BBVA. Encuentro disputado en el Santiago Bernabéu (Madrid).

lunes, 20 de octubre de 2014

Ferrari en su línea...

La situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.
Resulta extraño, porque, si bien las prestaciones de los bólidos rojos han ido rozando el patetismo en el último lustro en comparación con los verdaderos dominadores (Red Bull y Mercedes), la fiabilidad ha sido siempre su punto fuerte. Las paradas en el taller, también.


El mal ambiente viene arrastrando desde Spa
De repente, se rompe siempre el mismo coche, o se toman decisiones en el muro contrarias a la opinión del piloto, como sucedió en Singapur, donde le quitaron con una última parada la posición de ventaja que tenía sobre los dos Red Bull: un segundo puesto, para ser concretos.
Allí, en Marina Bay, fue donde Fernando estalló tras la filtración del fichaje de Vettel, que finalmente resultó ser cierta. Pero las aguas venían revueltas desde antes. En Spa fue donde Fernando entró en Red Bull para firmarle una camiseta a su antiguo ingeniero, Paul Monaghan. Y, según los medios italianos, Mattiacci se enfadó mucho por un gesto que no estimó oportuno.


Cinco imprevistos en las cinco últimas carreras
Antes del parón del verano, Fernando se marchó con un flamante podio en Hungría. Era cuarto en el Mundial de Pilotos, con 115 puntos, sin una avería mecánica desde Malasia 2010. Ahora es sexto, después de haber sumado 28 puntos en los cinco últimos grandes premios.
Seguramente es casualidad y la actitud de Alonso está siendo de contemporizar y no protestar sobre las estrategias, los fallos o las baterías que llegan vacías a la parrilla, al menos ante la prensa. De puertas para adentro, será otro cantar.
Pero bien puede parecer que al ovetense le están haciendo las de Barrichello en la época del Káiser. Lo llamativo es que ni por esas Kimi consigue quedar por delante. Ayer fue una rueda torcida en la única parada en boxes, con la que perdió unos cinco segundos. Pasó de cuarto a sexto.


La relación con Mattiacci está completamente rota
La relación está completamente rota. Se habla de una más que tensa reunión en Suzuka, que según Mark Hughes, periodista de The Sunday Times, «fue cerrada por un Alonso furioso, diciéndole al jefe que era un hijo de puta». No hay ninguna posibilidad de que el español siga en Ferrari, como se ha llegado a especular sin ninguna lógica.
A Fernando se le ve mucho más feliz que en los últimos tiempos, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Su actitud en Sochi era la de estar completamente relajado y suelto.


Alonso, convencido de que Ferrari no será competitivo
Alonso lo ha dado todo por su actual equipo y si no ha ganado ningún título ha sido por la desorganización del equipo en los momentos clave. No han sabido hacer un coche ganador, debido al conservadurismo y al miedo al fracaso. Parecen haber preferido ser segundos que arriesgarse a fabricar un coche más evolucionado y estrellarse.
Quizás ese miedo ocultaba una incapacidad para ir más allá de donde han llegado con el piloto más completo de la parrilla durante los últimos cinco años. El que conducía la máquina debía compensar las carencias de la misma.
La situación que vive Fernando en Ferrari es complicada, especialmente cuando ha perdido a tres personas que empezaron con él este proyecto inacabado. La ausencia de Domenicali, Botín y Montezemolo, en orden de cercanía, ha dejado al asturiano solo ante la mayor incógnita de su carrera deportiva.
La pregunta que se ha hecho es: ¿serán capaces de hacer un coche ganador para 2015? La respuesta que le salía estaba bien clara: NO con mayúsculas.


En Ferrari están hasta el gorro de Räikkönen
Pero Fernando no es el único problema de Ferrari en cuestión de pilotos. La paciencia con Kimi Räikkönen está muy cerca de llegar a colmarse. No es tanto por sus números en pista, donde Fernando cada vez parece sacarle más tiempo por vuelta, como por otras cuestiones.
Ha trascendido un penoso episodio en el vuelo que lo trasladaba de Tokio a Moscú y en el que coincidió con gente de otros equipos y periodistas. El finlandés parece que llegó directamente de alguna fiesta y la continuó a bordo del avión, con voces y un comportamiento poco acorde al de un piloto de la Scuderia. El suceso sentó muy mal por cuanto la familia de Ferrari llegaba completamente abatida por el estado de Jules Bianchi, al que habían dejado ingresado en Yokkaichi.
Sería una bomba inesperada que en Ferrari cambiaran de golpe de pilotos de un año para otro, pero ganas no le faltan ahora a Mattiacci.


Newey ha dado la enésima negativa a los italianos
No acaban ahí los problemas. Aprovechando la llegada de Vettel, Mattiacci pudo haber tentado a Adrian Newey, el director técnico de Red Bull, por enésima vez en los últimos cuatro años. El británico ha dicho que ni se lo plantea. En realidad, son pocos los que se atreven a ir a Maranello en cargos directivos, ya que su autoridad acaba siendo cercenada desde todos lados en la fábrica. Cuentan que James Allison empieza a estar un tanto decepcionado. Y todo eso corre entre los colegas. Newey está bien informado.
a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


Leer más: Fórmula 1: Ferrari es un polvorín - MARCA.com
a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.


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a situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.
dLa situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.
Resulta extraño, porque, si bien las prestaciones de los bólidos rojos han ido rozando el patetismo en el último lustro en comparación con los verdaderos dominadores (Red Bull y Mercedes), la fiabilidad ha sido siempre su punto fuerte. Las paradas en el taller, también.
El mal ambiente viene arrastrando desde Spa
De repente, se rompe siempre el mismo coche, o se toman decisiones en el muro contrarias a la opinión del piloto, como sucedió en Singapur, donde le quitaron con una última parada la posición de ventaja que tenía sobre los dos Red Bull: un segundo puesto, para ser concretos.
Allí, en Marina Bay, fue donde Fernando estalló tras la filtración del fichaje de Vettel, que finalmente resultó ser cierta. Pero las aguas venían revueltas desde antes. En Spa fue donde Fernando entró en Red Bull para firmarle una camiseta a su antiguo ingeniero, Paul Monaghan. Y, según los medios italianos, Mattiacci se enfadó mucho por un gesto que no estimó oportuno.
Cinco imprevistos en las cinco últimas carreras
Antes del parón del verano, Fernando se marchó con un flamante podio en Hungría. Era cuarto en el Mundial de Pilotos, con 115 puntos, sin una avería mecánica desde Malasia 2010. Ahora es sexto, después de haber sumado 28 puntos en los cinco últimos grandes premios.
Seguramente es casualidad y la actitud de Alonso está siendo de contemporizar y no protestar sobre las estrategias, los fallos o las baterías que llegan vacías a la parrilla, al menos ante la prensa. De puertas para adentro, será otro cantar.
Pero bien puede parecer que al ovetense le están haciendo las de Barrichello en la época del Káiser. Lo llamativo es que ni por esas Kimi consigue quedar por delante. Ayer fue una rueda torcida en la única parada en boxes, con la que perdió unos cinco segundos. Pasó de cuarto a sexto.
La relación con Mattiacci está completamente rota
La relación está completamente rota. Se habla de una más que tensa reunión en Suzuka, que según Mark Hughes, periodista de The Sunday Times, «fue cerrada por un Alonso furioso, diciéndole al jefe que era un hijo de puta». No hay ninguna posibilidad de que el español siga en Ferrari, como se ha llegado a especular sin ninguna lógica.
A Fernando se le ve mucho más feliz que en los últimos tiempos, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Su actitud en Sochi era la de estar completamente relajado y suelto.
Alonso, convencido de que Ferrari no será competitivo
Alonso lo ha dado todo por su actual equipo y si no ha ganado ningún título ha sido por la desorganización del equipo en los momentos clave. No han sabido hacer un coche ganador, debido al conservadurismo y al miedo al fracaso. Parecen haber preferido ser segundos que arriesgarse a fabricar un coche más evolucionado y estrellarse.
Quizás ese miedo ocultaba una incapacidad para ir más allá de donde han llegado con el piloto más completo de la parrilla durante los últimos cinco años. El que conducía la máquina debía compensar las carencias de la misma.
La situación que vive Fernando en Ferrari es complicada, especialmente cuando ha perdido a tres personas que empezaron con él este proyecto inacabado. La ausencia de Domenicali, Botín y Montezemolo, en orden de cercanía, ha dejado al asturiano solo ante la mayor incógnita de su carrera deportiva.
La pregunta que se ha hecho es: ¿serán capaces de hacer un coche ganador para 2015? La respuesta que le salía estaba bien clara: NO con mayúsculas.
En Ferrari están hasta el gorro de Räikkönen
Pero Fernando no es el único problema de Ferrari en cuestión de pilotos. La paciencia con Kimi Räikkönen está muy cerca de llegar a colmarse. No es tanto por sus números en pista, donde Fernando cada vez parece sacarle más tiempo por vuelta, como por otras cuestiones.
Ha trascendido un penoso episodio en el vuelo que lo trasladaba de Tokio a Moscú y en el que coincidió con gente de otros equipos y periodistas. El finlandés parece que llegó directamente de alguna fiesta y la continuó a bordo del avión, con voces y un comportamiento poco acorde al de un piloto de la Scuderia. El suceso sentó muy mal por cuanto la familia de Ferrari llegaba completamente abatida por el estado de Jules Bianchi, al que habían dejado ingresado en Yokkaichi.
Sería una bomba inesperada que en Ferrari cambiaran de golpe de pilotos de un año para otro, pero ganas no le faltan ahora a Mattiacci.
Newey ha dado la enésima negativa a los italianos
No acaban ahí los problemas. Aprovechando la llegada de Vettel, Mattiacci pudo haber tentado a Adrian Newey, el director técnico de Red Bull, por enésima vez en los últimos cuatro años. El británico ha dicho que ni se lo plantea. En realidad, son pocos los que se atreven a ir a Maranello en cargos directivos, ya que su autoridad acaba siendo cercenada desde todos lados en la fábrica. Cuentan que James Allison empieza a estar un tanto decepcionado. Y todo eso corre entre los colegas. Newey está bien informado.


Leer más: Fórmula 1: Ferrari es un polvorín - MARCA.com
La situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.
Resulta extraño, porque, si bien las prestaciones de los bólidos rojos han ido rozando el patetismo en el último lustro en comparación con los verdaderos dominadores (Red Bull y Mercedes), la fiabilidad ha sido siempre su punto fuerte. Las paradas en el taller, también.
El mal ambiente viene arrastrando desde Spa
De repente, se rompe siempre el mismo coche, o se toman decisiones en el muro contrarias a la opinión del piloto, como sucedió en Singapur, donde le quitaron con una última parada la posición de ventaja que tenía sobre los dos Red Bull: un segundo puesto, para ser concretos.
Allí, en Marina Bay, fue donde Fernando estalló tras la filtración del fichaje de Vettel, que finalmente resultó ser cierta. Pero las aguas venían revueltas desde antes. En Spa fue donde Fernando entró en Red Bull para firmarle una camiseta a su antiguo ingeniero, Paul Monaghan. Y, según los medios italianos, Mattiacci se enfadó mucho por un gesto que no estimó oportuno.
Cinco imprevistos en las cinco últimas carreras
Antes del parón del verano, Fernando se marchó con un flamante podio en Hungría. Era cuarto en el Mundial de Pilotos, con 115 puntos, sin una avería mecánica desde Malasia 2010. Ahora es sexto, después de haber sumado 28 puntos en los cinco últimos grandes premios.
Seguramente es casualidad y la actitud de Alonso está siendo de contemporizar y no protestar sobre las estrategias, los fallos o las baterías que llegan vacías a la parrilla, al menos ante la prensa. De puertas para adentro, será otro cantar.
Pero bien puede parecer que al ovetense le están haciendo las de Barrichello en la época del Káiser. Lo llamativo es que ni por esas Kimi consigue quedar por delante. Ayer fue una rueda torcida en la única parada en boxes, con la que perdió unos cinco segundos. Pasó de cuarto a sexto.
La relación con Mattiacci está completamente rota
La relación está completamente rota. Se habla de una más que tensa reunión en Suzuka, que según Mark Hughes, periodista de The Sunday Times, «fue cerrada por un Alonso furioso, diciéndole al jefe que era un hijo de puta». No hay ninguna posibilidad de que el español siga en Ferrari, como se ha llegado a especular sin ninguna lógica.
A Fernando se le ve mucho más feliz que en los últimos tiempos, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Su actitud en Sochi era la de estar completamente relajado y suelto.
Alonso, convencido de que Ferrari no será competitivo
Alonso lo ha dado todo por su actual equipo y si no ha ganado ningún título ha sido por la desorganización del equipo en los momentos clave. No han sabido hacer un coche ganador, debido al conservadurismo y al miedo al fracaso. Parecen haber preferido ser segundos que arriesgarse a fabricar un coche más evolucionado y estrellarse.
Quizás ese miedo ocultaba una incapacidad para ir más allá de donde han llegado con el piloto más completo de la parrilla durante los últimos cinco años. El que conducía la máquina debía compensar las carencias de la misma.
La situación que vive Fernando en Ferrari es complicada, especialmente cuando ha perdido a tres personas que empezaron con él este proyecto inacabado. La ausencia de Domenicali, Botín y Montezemolo, en orden de cercanía, ha dejado al asturiano solo ante la mayor incógnita de su carrera deportiva.
La pregunta que se ha hecho es: ¿serán capaces de hacer un coche ganador para 2015? La respuesta que le salía estaba bien clara: NO con mayúsculas.
En Ferrari están hasta el gorro de Räikkönen
Pero Fernando no es el único problema de Ferrari en cuestión de pilotos. La paciencia con Kimi Räikkönen está muy cerca de llegar a colmarse. No es tanto por sus números en pista, donde Fernando cada vez parece sacarle más tiempo por vuelta, como por otras cuestiones.
Ha trascendido un penoso episodio en el vuelo que lo trasladaba de Tokio a Moscú y en el que coincidió con gente de otros equipos y periodistas. El finlandés parece que llegó directamente de alguna fiesta y la continuó a bordo del avión, con voces y un comportamiento poco acorde al de un piloto de la Scuderia. El suceso sentó muy mal por cuanto la familia de Ferrari llegaba completamente abatida por el estado de Jules Bianchi, al que habían dejado ingresado en Yokkaichi.
Sería una bomba inesperada que en Ferrari cambiaran de golpe de pilotos de un año para otro, pero ganas no le faltan ahora a Mattiacci.
Newey ha dado la enésima negativa a los italianos
No acaban ahí los problemas. Aprovechando la llegada de Vettel, Mattiacci pudo haber tentado a Adrian Newey, el director técnico de Red Bull, por enésima vez en los últimos cuatro años. El británico ha dicho que ni se lo plantea. En realidad, son pocos los que se atreven a ir a Maranello en cargos directivos, ya que su autoridad acaba siendo cercenada desde todos lados en la fábrica. Cuentan que James Allison empieza a estar un tanto decepcionado. Y todo eso corre entre los colegas. Newey está bien informado.
La situación para Fernando Alonso empieza a hacerse insostenible dentro de Ferrari. Desde que surgieron las desavenencias entre el español y el nuevo jefe ejecutivo Marco Mattiacci, en el Gran Premio de Bélgica, no ha habido ninguna carrera en la que no haya sufrido un percance, bien sea mecánico, de decisión estratégica o un error en boxes como el de ayer.
Resulta extraño, porque, si bien las prestaciones de los bólidos rojos han ido rozando el patetismo en el último lustro en comparación con los verdaderos dominadores (Red Bull y Mercedes), la fiabilidad ha sido siempre su punto fuerte. Las paradas en el taller, también.
El mal ambiente viene arrastrando desde Spa
De repente, se rompe siempre el mismo coche, o se toman decisiones en el muro contrarias a la opinión del piloto, como sucedió en Singapur, donde le quitaron con una última parada la posición de ventaja que tenía sobre los dos Red Bull: un segundo puesto, para ser concretos.
Allí, en Marina Bay, fue donde Fernando estalló tras la filtración del fichaje de Vettel, que finalmente resultó ser cierta. Pero las aguas venían revueltas desde antes. En Spa fue donde Fernando entró en Red Bull para firmarle una camiseta a su antiguo ingeniero, Paul Monaghan. Y, según los medios italianos, Mattiacci se enfadó mucho por un gesto que no estimó oportuno.
Cinco imprevistos en las cinco últimas carreras
Antes del parón del verano, Fernando se marchó con un flamante podio en Hungría. Era cuarto en el Mundial de Pilotos, con 115 puntos, sin una avería mecánica desde Malasia 2010. Ahora es sexto, después de haber sumado 28 puntos en los cinco últimos grandes premios.
Seguramente es casualidad y la actitud de Alonso está siendo de contemporizar y no protestar sobre las estrategias, los fallos o las baterías que llegan vacías a la parrilla, al menos ante la prensa. De puertas para adentro, será otro cantar.
Pero bien puede parecer que al ovetense le están haciendo las de Barrichello en la época del Káiser. Lo llamativo es que ni por esas Kimi consigue quedar por delante. Ayer fue una rueda torcida en la única parada en boxes, con la que perdió unos cinco segundos. Pasó de cuarto a sexto.
La relación con Mattiacci está completamente rota
La relación está completamente rota. Se habla de una más que tensa reunión en Suzuka, que según Mark Hughes, periodista de The Sunday Times, «fue cerrada por un Alonso furioso, diciéndole al jefe que era un hijo de puta». No hay ninguna posibilidad de que el español siga en Ferrari, como se ha llegado a especular sin ninguna lógica.
A Fernando se le ve mucho más feliz que en los últimos tiempos, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Su actitud en Sochi era la de estar completamente relajado y suelto.
Alonso, convencido de que Ferrari no será competitivo
Alonso lo ha dado todo por su actual equipo y si no ha ganado ningún título ha sido por la desorganización del equipo en los momentos clave. No han sabido hacer un coche ganador, debido al conservadurismo y al miedo al fracaso. Parecen haber preferido ser segundos que arriesgarse a fabricar un coche más evolucionado y estrellarse.
Quizás ese miedo ocultaba una incapacidad para ir más allá de donde han llegado con el piloto más completo de la parrilla durante los últimos cinco años. El que conducía la máquina debía compensar las carencias de la misma.
La situación que vive Fernando en Ferrari es complicada, especialmente cuando ha perdido a tres personas que empezaron con él este proyecto inacabado. La ausencia de Domenicali, Botín y Montezemolo, en orden de cercanía, ha dejado al asturiano solo ante la mayor incógnita de su carrera deportiva.
La pregunta que se ha hecho es: ¿serán capaces de hacer un coche ganador para 2015? La respuesta que le salía estaba bien clara: NO con mayúsculas.
En Ferrari están hasta el gorro de Räikkönen
Pero Fernando no es el único problema de Ferrari en cuestión de pilotos. La paciencia con Kimi Räikkönen está muy cerca de llegar a colmarse. No es tanto por sus números en pista, donde Fernando cada vez parece sacarle más tiempo por vuelta, como por otras cuestiones.
Ha trascendido un penoso episodio en el vuelo que lo trasladaba de Tokio a Moscú y en el que coincidió con gente de otros equipos y periodistas. El finlandés parece que llegó directamente de alguna fiesta y la continuó a bordo del avión, con voces y un comportamiento poco acorde al de un piloto de la Scuderia. El suceso sentó muy mal por cuanto la familia de Ferrari llegaba completamente abatida por el estado de Jules Bianchi, al que habían dejado ingresado en Yokkaichi.
Sería una bomba inesperada que en Ferrari cambiaran de golpe de pilotos de un año para otro, pero ganas no le faltan ahora a Mattiacci.
Newey ha dado la enésima negativa a los italianos
No acaban ahí los problemas. Aprovechando la llegada de Vettel, Mattiacci pudo haber tentado a Adrian Newey, el director técnico de Red Bull, por enésima vez en los últimos cuatro años. El británico ha dicho que ni se lo plantea. En realidad, son pocos los que se atreven a ir a Maranello en cargos directivos, ya que su autoridad acaba siendo cercenada desde todos lados en la fábrica. Cuentan que James Allison empieza a estar un tanto decepcionado. Y todo eso corre entre los colegas. Newey está bien informado.

martes, 7 de octubre de 2014

Márquez especialista en complicarse los campeonatos

Márquez, cegado por una bandera de sus fans / Foto: MIRCO LAZZARI



Márquez le gustan los líos. En cada uno de sus cuatro títulos ha tenido algún susto en citas claves en las que podía atar la corona o acercarse mucho a ella. El denominador común es su exceso de ambición. Muchas veces le suma, pero en pruebas contadas, le resta.

Se cae en la vuelta de formación de Portugal 2010
En su título de 125cc, en 2010, llega con 12 puntos de renta sobre Terol y 17 sobre Pol a Estoril, la penúltima cita. Hay una carrera inicial que se para con él segundo tras Nico. Se debe formar una parrilla y en la vuelta de calentamiento se cae. Entra a boxes y en dos minutos le rehacen la moto. Debe salir el último. En nueve giros remonta hasta ganar. Luego, en Cheste fue conservador: cuarto y campeón.

Caída en el primer libre de Malasia 2011 y sin corona
En los primeros minutos del primer libre, en Malasia, tras levantar 83 puntos a Bradl -la mayor remontada de la historia- y estando a tres del alemán, se cae en una pista delicada. La zona, curva 10, estaba demasiado mojada y los comisarios no avisaron. La FIM hasta los penalizó. Comenzaron sus problemas de visión y no pudo correr ni en Sepang ni en Cheste.

En 2012, al suelo y le valía acabar delante de Pol
Tenía el título de Moto2 encarrilado en 2012. Tanto que en Malasia le valía con acabar por delante de Pol Espargaró. Pero llovió. Tras las primeras vueltas, iba séptimo y el de Granollers, 12º. Márquez se fue al suelo y el alirón se retrasó a Australia. Allí, sí fue a amarrar y le valió ser tercero, aunque arriesgó mucho sólo por poder festejarlo en el podio.

Error al contar las vueltas y bandera negra en 2013
El año pasado, en Australia, podía atar el entorchado de MotoGP en Australia. Le valía ganar y que Lorenzo fuera tercero. Por un problema con los Bridgestone, en la carrera se obligaba a cambiar las gomas entre las vueltas 10 y 11. Su equipo erró al mantenerle en pista un giro más de lo permitido. Fue descalificado y Jorge entró más de lleno en la pelea por el título. En Japón, a Marc le servía otra vez ganar y que el balear fuera tercero. Y el de Cervera se cayó en el warm up. Pero fue segundo y campeón en Cheste.